''Cuando me di cuenta, fuera nevaba con fuerza. El tren paraba y arrancaba alternativamente, tardamos como cinco horas en llegar, pero el trayecto no resultó en absoluto aburrido. Yo hablé todo el rato de mí, y no me interesé por tus asuntos. Claro que, aunque te hubiese preguntado...tú seguramente no me hubieras hablado de tu vida. ¿Te acuerdas Soledad cuando juntas, en la orilla del río mirábamos cómo los destellos de luz bailaban en la superficie del agua? vuelve a entonar aquella melodía que entonabas siempre en aquel tiempo. No sé por qué...pero, en aquel momento...me entraron ganas de llorar. La mano que la Soledad me tendió era más cálida de lo que esperaba...y me calentó hasta el corazón. Yo era libre como un gato callejero e iba por la vida pisando fuerte...pero tenía, en el alma, una herida incurable. Y tu, que eras más despreocupada no tenías ni idea del dolor que me producía. Recuerdo que en algún momento me cogiste la mano y ojala nos hubiésemos quedado así para siempre. Oye Soledad, ¿recuerdas cómo nos conocimos? Yo pienso que las cosas siempre pasan por alguna razón, y creo que nuestro destino era encontrarnos’’
